Para el productor de tomates, Eduardo Atala, la experiencia ha sido un antes y un después, ya que los beneficios son diversos y notorios. La tecnología japonesa EM™ mejora las propiedades del suelo y optimiza la calidad y cantidad de la producción.
Hay decisiones que pueden marcar un antes y un después en la producción agrícola. Y eso es lo que le ocurrió a Eduardo Atala, Ingeniero agrónomo y productor de Pichidegua, VI Región, donde cultiva 5 hectáreas de tomates bajo el sistema ‘casa sombra’.
Se trata de un sistema protegido con malla antiáfidos que protege del 100% de los rayos ultra violeta, evita la entrada de insectos perjudiciales, crea un microclima ideal para el desarrollo del cultivo y evita que se escapen los abejorros que son indispensables para la polinización.
Desafíos a superar
Pero había dos problemas que lo tenían a maltraer: 13 años de combatir el cancro bacteriano y los nemátodos, que le causaban una pérdida de hasta el 40% de la producción.
El gran cambio se dio a partir del uso de la Tecnología EM™, con el producto EM-1. Esta tecnología de origen japonés es una selección de microorganismos benéficos obtenidos de la naturaleza, no modificados genéticamente ni sintetizados químicamente, que mediante corrección biológica y la producción de sustancias bioactivas (proceso fermentativo), tienen el objetivo de activar la vida del suelo y mejorar sus propiedades para optimizar laproducción en calidad y cantidad.
Balances y resultados
Tras 4 años de uso, Eduardo hace un balance: “Desde que lo comencé a usar, ya no tengo problema de cancro bacteriano, ya es historia. Los nemátodos siguen, pero en muy baja cantidad y ya no producen daño, al arrancar raíces, estas se ven sanas y sin agallas”. Además del control de plagas, Eduardo señala que ha obtenido otros beneficios, como la mejora significativa en el rendimiento: si antes obtenía el 60-70% de tomates comerciales, ahora obtiene el 95%, pero además la fruta es de mejor calidad, con un mayor calibre y mejor color. Junto con eso, su fruta tiene el sello de Buenas Prácticas Agrícolas por su bajo impacto al medio ambiente.
Eduardo aplica 80 litros/ha de EM-1 activado una vez al mes y cada 15 días al follaje, también muy importante el aporte anual de materia orgánica. “Como trae bacterias benéficas y levaduras, en la planta se produce lo que se llama antibiosis. Esas bacterias colonizan las hojas y la ocupan, lo que impide que las bacterias y los hongos patógenos vuelvan a colonizar porque el espacio ya está colonizado”, explica.
Mayor aprovechamiento de nutrientes
“Los microorganismos benéficos solubilizan algunos minerales de los fertilizantes, y eso hace que la planta pueda aprovecharlos mejor”, señala Eduardo. Entre los efectos del EM-1, destaca el aumento de la disponibilidad de nutrientes, la mejora de la nutrición de las plantas, y por lo tanto de la producción, además de favorecer la generación de sustancias orgánicas que promueven el crecimiento de las raíces, mejorando la absorción del agua y nutrientes.
Esta característica resulta de particular importancia dado el panorama actual de incertidumbre respecto a la disponibilidad y acceso a fertilizantes, en el que resulta esencial asegurar el mejor aprovechamiento de nutrientes, así como lograr una ahorro económico, tanto en productos de control, fertilización y mano de obra.
U.I.M.M. (Unidad de Inteligencia de Mercados de Mundoagro)